FORMACIÓN HISTÓRICA
El oriente antiqueño se formó teniendo como principales centros a Rionegro y Marinilla y sus respectivas jurisdicciones ó áreas de influencia. Este proceso se inició desde el siglo XVI aproximadamente.
Parque Principal de Rionegro. |
El valle de Rionegro fue descubierto en 1.541 por el
capitán Álvaro de Mendoza, de la hueste de Jorge Robledo, que para el año
siguiente contaba con un número considerable de mineros y sus respectivas
viviendas.
Las primeras donaciones de tierra se hicieron en 1.580 a
don Juan Daza en el actual Tablazo- por parte del gobernador de Popayán, don
Sancho García del Espinar. En 1.613 estas tierras pasaron a ser propiedad de
don Pedro Gómez de Salas, por compra que hizo a la viuda de Daza, María
Quesada.
Hacia 1.659 el obispo de Popayán, Contreras y Valverde,
durante la visita para establecer algunos curatos en la Provincia de Antioquia,
se encontró que en la sola parroquia de Rionegro (erigida en 1.669) los hacendados
y grandes propietarios habían levantado un número considerable de capillas en
el “otro lado”. San Antonio, Llanogrande,
El Tablazo, Chachafruto, La Ceja, El Retiro y otros lugares, atendidas por
sacerdotes de esta ciudad.
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En 1.702, durante la gobernación de Francisco Fernández
de Heredia y cuando el poblado contaba con más de cien vecinos, se nombró como
alcalde particular con jurisdicción civil y criminal a don Francisco Vallejo.
Ya finalizando el siglo XVIII, por decreto del 11 de abril
de 1.783, arzobispo virrey Caballero y Góngora resolvió el traslado de la
ciudad de Arma a Rionegro, denominándose a partir de ese momento, Ciudad de
Santiago de Arma de Rionegro, nombrando como alcalde a don Francisco Javier
Montoya. Así mismo se le concedió a la nueva ciudad los privilegios, armas y
prerrogativas de la antigua Arma.
Los ricos aluviones de oro de toda la región del oriente
antioqueño hicieron que la ciudad creciera en población, la cual ascendía ya en
el año 1.728 a 9.838 habitantes repartidos en toda su jurisdicción, compuesta
por los partidos de Rionegro, el pueblo de San Antonio de Pereira, La Mosca,
Chachafruto, Tablazo, Llanogrande, El Retiro y La Miel, Piedras, San Vicente,
Concepción, Santa Bárbara y Vallejuelo (La Ceja). Su extensión comprendía desde
la desembocadura de la quebrada Chinchiná en el río Cauca en límites con la
ciudad de Cartago.
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El auge económico y político de Rionegro condujo a que en el siglo XVIII se presentaran conflictos con la ciudad de Santa Fé de Antioquia, los cuales se expresaron en demandas por territorios. Entre las tierras reclamadas estaban las vegas situadas a lo largo del rio Rionegro, que habían sido cedidas a la ciudad de Antioquia como ejidos por el gobernador Gaspar de Rodas. Este conflicto por tierras se agudizó en 1.787 cuando el cabildo de Santa Fe de Antioquia reclamó a los vecinos de Rionegro las tierras de El Tablazo, Tablacito, El Retiro, Los Guarzos y Llanogrande, como parte de sus ejidos. Los propietarios de estos territorios lograron su posesión en 1.789 alegando la falta de fertilidad de las tierras y la distancia existentes entre ellas y Santa Fe de Antioquia.
Para 1.788 la nueva ciudad contaba con tres pueblos de
indígenas: Peñol, San Antonio de Pereira y Sabaletas; pero a finales de ese
siglo, muchos de esos indígenas emigraron hacia el río Magdalena y pasaron a la
vertiente oriental de la cordillera central. En el siglo XIX las oleadas de
colonos que ocuparon estas regiones entraron en contacto con los indígenas que
habían quedado. Además de estos pueblos, la jurisdicción de Rionegro comprendía
los sitios de Santa Bárbara, San José de Arma Viejo, Concepción, Retiro, La
Mosca, Chachafruto, Llanogrande, Tabazo, San Vicente, Abejorral, Aguadas, La
Ceja, Salamina, Santo Domingo y Sonsón.
A finales del siglo XVIII, el cantón de Rionegro comenzó
a desagregarse con la separación de los municipios que después lograrían su
propio desarrollo. Los primeros en hacerlo fueron Concepción (1.773) y Sonsón
(1.807), del cual salieron posteriormente Nariño en 1.913 y Argelia en 1.961. A
los dos primeros les siguieron Abejorral,
San Vicente, La Ceja, El Retiro en 1.814;
Guarne en 1.817, Alejandría en 1.907 y La Unión en 1.911.
Durante el siglo XVIII, la sociedad colonial de la Nueva
Granada, particularmente la antioqueña, puede catalogarse como una sociedad
conformada por diversos grupos sociales: blancos, mestizos, indios, mulatos y
negros. Pero esta designación correspondió realmente más a la participación
económica que se tenía dentro de la sociedad (específicamente al acceso o no a
la propiedad), que a la condición biológica y racial.
Durante este período se dio una gran diferenciación social que marcó las relaciones económicas y las formas de poder. Los blancos se dedicaron al comercio, a la minería de cuadrilla y desempeñaron cargos públicos. Los mestizos se ocuparon de labores artesanales, agrícolas y del pequeño comercio. En cambio los mulatos y negros libres se dedicaron a las labores agrícolas y a la explotación de las minas de aluvión como mazamorreros ó trabajadores independientes. Por su parte, la población indígena trabajó en la actividad agrícola, agrupados en los resguardos de El Peñol, San Antonio de Pereira y Sabaletas.
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En el oriente antioqueño, al lado de las grandes haciendas localizadas en San Antonio, Llanogrande, Tablazo, Chachafruto y otros lugares apareció una numerosa población de negros libres, de mestizos y de mulatos que constituyeron más del 80% de la población. Según el censo de 1.787 habitaban allí 604 blancos, 683 mestizos, 1.529 mulatos y negros libres y 873 negros esclavos. El alto número de habitantes de origen negro se explica por la actividad minera que allí se realizaba desde mediados del siglo XVII.
Los mestizos y mulatos no con las condiciones económicas
que les permitieran explotar la tierra y tener un nivel de vida semejante al de
los blancos, grandes y medianos propietarios. No obstante, algunos, por vivir
en un centro como Rionegro, pudieron desempeñarse en un oficio y lograron
obtener pequeñas parcelas.
A finales del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX, la
escasez de la tierra, el aumento de la población libre y la necesidad de
autoabastecimiento obligó a la población a desplazarse y colonizar lugares más
alejados de los principales centros urbanos.
Los pobladores pobres marcharon hacia el sur de la
Provincia en busca de tierras y minas, acompañados por los empresarios
colonizadores que contaron con los recursos y las necesidades necesarias para
emprender esta arriesgada empresa. Permanentemente se presentaron conflictos
por tierras entre los grandes propietarios como don Felipe Villegas y Cordova
(1.763) y los colonos que se asentaron en sus dominios. Aquellos colonos más
acaudalados pudieron comprar las tierras y establecerse rápidamente reproduciendo
fácilmente sus formas de vida. Pero los demás, los colonos pobres, debieron
continuar su marcha hasta encontrar dónde establecerse. Fruto de este desplazamiento
colonizador fue la fundación de los municipios de Sonsón, San Carlos y
Abejorral.
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Durante el período independista y a lo largo del siglo
XIX, muchos de los aristócratas coloniales consolidaron su poder político y
económico dirigiendo, financiando y participando en las guerras civiles, pero
en los municipios de Sonsón, Rionegro y Marinilla surgió un grupo de
comerciantes con una situación económica
privilegiada que entraron a disputarle el poder a esa aristocracia
tradicional.
Muchas de esas
familias de abolengo y tradición se ubicaron en los municipios centros
industriales –Medellín y Bogotá- en los años de 1.920 y 1.930. Sus residencias,
ubicadas en su mayoría en las plazas y parques principales, fueron adquiridas
por los nuevos comerciantes, que poco a poco ingresaron a la élite y a los
núcleos de poder local. Entraron inclusos a participar activamente en la política
a través de los partidos y de los concejos municipales.
REFERENCIAS:
Colección de estudios de localidades, CORNARE-INER,
Rionegro- Antioquia, Pág. 21, 22, 23,
24, 25 y 26.
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